Hace ya algún tiempo un grupo de amigos hablando de cofradías comentaban la necesidad de que su hermandad, con un rico patrimonio material, acometiese la restauración de algunos enseres que presentaban un evidente deterioro. Como suele ocurrir hubo posturas enfrentadas y unos defendían que tales restauraciones eran más que necesarias, y otros que con la crisis económica que padecemos era preferible esperar tiempos mejores, ya que les resultaba sangrante la idea de gastar decenas de miles de euros en restaurar bordados mientas había gente en la ciudad que lo esta pasando realmente mal por no tener cubiertas sus más elementales necesidades.
La próxima Semana Santa algunas cofradías presentaran estrenos, ya sean restauraciones o enseres de nueva factura. Los capillitas más acérrimos comentaran sobre si les gustan las novedades, y otros pensaran que con la que esta cayendo se podría invertir más en acción social.
Saltará el debate, eterno, de las posibles nuevas incorporaciones de cofradías para hacer estación de penitencia, y nuevamente el tema del patrimonio estará sobre la mesa, ya que hay quien piensa que para ir a la catedral, las nuevas cofradías deben tener unos mínimos requisitos en cuando a pasos e insignias.
¿Es tiempo de estrenos? ¿tienen razón quienes se escandalizan de lo que se gastan las cofradías en patrimonio? ¿sería comparable la situación actual con los años 40 del pasado siglo cuando muchas cofradías estrenaban a diestro y siniestro tras la guerra civil?
En el fondo el problema es que la economía de las hermandades es un tema mal explicado. Alguna ha gastado no hace mucho unos miles de euros en una peana de camarín para su titular, cuando lo cierto y verdad es que invierte mucho más en otras cuestiones, muchas veces desconocidas y que poco tienen que ver con la cofradía y si con la hermandad.
Y a todo esto siempre se deja aun lado una cuestión que podría poner en sintonía el patrimonio de las hermandades y su acción social. Tal vez el proyecto, aparcado como tantas otras cosas, del centro de interpretación de la Semana Santa no fuese tan mala idea, siempre y cuando se hiciese en condiciones.
P.D.: Para mejor ocasión dejaremos las campañas de Navidad de nuestras hermandades. Es cierto que son fechas muy sensibles, pero las circunstancias económicas desfavorables no se evaporan cuando pasan los Reyes Magos.